
Hasta que una noche desterró la idea optimista del hallazgo, y a la mañana siguiente la despertó la sensación de la falta grave de algo muy suyo, aunque aún así decidió finjir durante el resto del día.
Y al volver la noche comprobó que la sensación se extendía, se hacía grande, un oceáno, un infinito... Y cedió a su deseo de asentarse al ladito izquierdo del alma.
¿ Hasta cuándo ?, ni se sabe; es lo que tiene atender al corazón.
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