viernes, 29 de julio de 2016


domingo, 24 de julio de 2016

Laura.



La vida es ahora.
Todo lo que está aconteciendo:
la perra que ladra,
el ronquido de lo que  está durmiendo...
Todas las palabras que vienen
a posarse en los dedos.

Voy repasando despacio 
las hojas de mi memoria,
que de vez en cuando me subraya
puntos suspensivos de aquella historia.

No vengo a defender ni a quejarme.
No hubieron más hechos que aquellos;
un breve conjunto de instantes,
donde el corazón iba de puntillas
desde el abismo de sus ojos
al de sus rodillas.

Fuimos la cara y cruz de un mismo día,
donde se desvelaban los sueños
a la par que se dormían.
Tal vez yo no tenía que quedarme,
a lo peor ella lo sabía.
Nunca se llamó Laura,
ni fui la dama que quería.

Pero a veces cuando la noche se levanta 
con ojos de mujer todavía,
yo me sigo preguntando qué pretendía el azar
con su boca y la mía.
Y mientras bajan las escaleras las estrellas
y descorre el cielo la cortina,
suelo inventarme un pedacito de canción
al estilo de Sabina.

Y digo, que perfectamente sea
un trocito de mentira,
decir que yo no fui tan idiota.
Que no fui el inconveniente 
ni la improcedente traba
que perdió su boca.

Sea como fuere,
eso ha sido. 
No hay muchos lamentos ni reproches,
sólo la vida con sus continuos sonidos,
que seguramente descifremos algún día
y este sentarme bien
que ella también sea
instinto de poesía.





viernes, 1 de julio de 2016