Esta noche salí huyendo hacia la calle
porque se ocultaron las palabras
se apagaron una a una las velas
se derramó el perfume
se cayeron las paredes de la casa.
Las sábanas se arrugaron de imprevisto
la televisión me produjo una erupción
el sofá me recordó un nicho de espuma
y mis zapatillas, dos anclas en el sintasol.
Esta noche las cortinas susurraban no vendrá
y el reloj avanzaba en dirección contraria.
Mi agenda, llena de nombres y posibilidades
era una simple guía de páginas amarillas.
Desde mi rincón, el pasillo simulaba un campo de golf
el armario, una cueva de ladrones
el cenicero donde apagas tus cigarros
un pozo sin fondo
y tu ropa, colgada en el perchero
el espejo de mi dolor.
Esta noche la planta seca del comedor
se burló de mis lágrimas con cierta envidia
y los libros de autoayuda se dirigieron a la fuga
junto a mis propósitos de enmienda.
Pero a pesar de que al regreso
me abrazó con sus garras la tristeza
quiero formular un ardiente deseo.
Que las luces me iluminen de repente
como un buen presagio
que el teléfono se descuelgue
que la radio emita por las ondas que me quieres
porque está oscuro el laberinto
y mi cabeza es un ovillo enredado
y el sueño no me vence.
¿Dónde encontrar el hilo que me lleve a la salida?
¿Cómo descifrar la clave
para amar sin condiciones, sin expectativas?
Esta noche sé que no vendrás
y las preguntas yacerán en la alfombra, dispersas
pero no podré alcanzar a recogerlas
hasta que la puerta se abra de golpe
y aparezcas.
Esta noche sólo tuve fuerzas
para arrancar de mi alma un poema.
(Gloria Bosch)
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