domingo, 16 de febrero de 2014

Nuestro particular camino a la eternidad.

    Sé que hasta tú sabes
que habrá un día donde será necesario
comenzar a precintar estas ideas chifladas y apasionadas
que te profesan un amor incesante.
No debe ser bueno entorpecer toda interpelación,
todo este interrogatorio nocturno que pretende hacerme ver
que no vas a venir hoy.
Ni vas a presentarme cualquier día
un nuevo amanecer originado en tus ojos.
Divulgar una esperanza...
disimular calendarios...
rondarte en calles que nunca te sabrán...
Sabemos que para nada sirven.
A mi, que de matemáticas siempre supe lo justo
para no echarme a contar con los dedos
se me puede encontrar al  alba sumando días
dividiendo reproches,
restando importancia a tu pertinaz ausencia.
Perdiéndome en una vorágine de ecuaciones
que parecen ser siempre no resolubles
y me lanzan al vacío de un invierno helado
en una cama fría donde tirito versos.
Creerme tu ilusión mientras me lees
no es más que un engaño a la razón,
es absurdo dilatar la verdad.
Quizás reconocer,
reconocernos en un sueño que no despertará
sea la solución a este fraude de ignorar
que lo imposible también existe.
Disponemos de tiempo para hacernos a la idea.
Tú, en ese mundo tuyo donde yo no tengo cabida
y yo en este mío donde acoplar tanta nada.
Yo olvidando el símil que se perdió en tu cuerpo,
tú repudiando el poema que supo llamarte
en el camino a la eternidad.
Aunque tal vez nuestra parte de eternidad sea esta;
Tú cerrando esta página
y yo creyendo que aún no la has abierto.