domingo, 28 de octubre de 2018

Decisión

    Tiempo es aquello que siempre te he regalado
y que tú nunca has querido.
Ahora, me parece obligado, urgente,
ir cerrando ventanas,
no tengo ganas de ráfagas de frío,
ni de escarchas cubriendo  tejados de  sueños.
Parar fantasías y versos me parece un acto necesario.
Tú me enseñaste poesía en la más triste de las distancias,
fuiste la musa por excelencia.
Y hoy que se me rinde en esta lejana primavera
(de tus ojos). 
Juro, que no hay ni un solo poema que no te haya querido.
Y considero, retener cualquier indicio de metáfora valiente,
que aún crea que puede ganarte en cualquier batalla.
Mis primeras letras te sabían imposible,
las cientos miles que las siguieron albergaban esa ilusión esperanzadora de los eternos quizás.
Ya, necesito que seas tú quien me escriba,
quien me eche de menos,
y me preste el tiempo que me falta.
Búscame y sabrás encontrarme...
Yo fui y quiero seguir siendo poeta por amor.
Hasta entonces sé feliz
y vive historias para contarme.
Solo a ti te emplazo,
te invito al resto de mi vida.
No dejes todo en manos del destino,
porque es caprichoso el niño del azar.
Piensáme en cualquier amanecer
e imagináme siempre esperándote.
Adiós , Yolanda.
Prometo no olvidarte.

sábado, 27 de octubre de 2018

jueves, 25 de octubre de 2018

Me estoy mareando en tu silencio.
Y no hay silencio más grande que no existir, ¿verdad?.
Tu silencio es todo el miedo de esta poesía,
y no me queda ni una sola palabra que no tiemble en esto que no es casualidad, 
si no  un descarrilamiento de dos nombres  que no cruzan ni  pisan las mismas aceras.
Porque no hay poema más triste que el que sabe tu nombre
y no se pronuncia, ¿verdad?.
Ponte a resguardo de las olas y horas de frío,
otro invierno está deseando cruzarse las calles.
El mundo gira y gira...
No sé afrontar tanto vértigo.
Cierro los ojos...
Avísame cuando traigas el buen tiempo,
ese que incita al sol y detiene el viento,
cuando somos capaces de coincidir en el mismo pensamiento
y en el mismo beso.

miércoles, 3 de octubre de 2018

Lo más difícil es que se vaya del todo.

Como cuando se corta en la oficina con el borde de un folio, así le dolía el recuerdo de Inés. Herida que parece sin importancia pero que escuece y donde todos los golpes van a dar, despertando el dolor.
Cómo era, de qué está hecho el recuerdo de Inés. Lucía lo sabe bien, lo conoce y distingue cada uno de sus perfiles. Inés es su último amor, la última ex.
La relación terminó hace tres años. El por qué son un cúmulo de por qués que se podrían resumir en una maldita frase que su amiga Lola le repitió miles de veces : Lamentablemente el Amor no todo lo puede.
Y fue así, no pudo con horarios trocados, no pudo con una madre egoísta y no pudo con los desencuentros sobre maternidad ya o dentro de equis tiempo. Es cierto que no duele igual, aunque cuando se presenta, con sus formas tan distintas de presentarse, a Lucía se le sigue encogiendo el corazón, es como si se le asustara y quisiera hacerse pequeñito, no hacerse notar para que no le vean.
No duele igual, es verdad. Pero duele. Duele con la indulgencia del tiempo, con la mesura de las horas y quizás con la sobredosis de resignación a la que ya parece haberse acostumbrado.
Un dolor reconocido, tal y como hemos dicho que Lucía conoce el recuerdo de Inés. Recuerdo que a veces llega como un flash, una intermitencia que pide paso y desaparece y otras es, como si paseara por la casa, por la ciudad...sin prisas con todo el tiempo del mundo para que te fijes en cada detalle.
También puede hacer presencia inesperada en una melodía o regodearse en un olor, como el de la dama de noche, por ejemplo.
Lucía leyó hace un par de días : A la hora de olvidar lo más difícil es conseguir que se vaya del todo, aquello que ya se fue.
Le pareció que lo habían escrito para ella. Tiene una agenda azul del año 2014 donde anota frases, chistes, comentarios...cualquier cosa, que por la razón que sea, le guste. Y allí ha escrito la frase, a la que ha añadido;algún día.
Y sí, puede que sí. Que algún día no vuelvan recuerdos, no se acuerde de fechas y probablemente no sepa decir cómo era la blusa que llevó Inés en la primera cita que tuvieron.
Pero hoy ve perfectamente el rayo de luz que entra por la ventana reflejándose en su pelo, bajándole por la manga de la camisa hasta desaparecer en el suelo, Inés le está diciendo tienes una sonrisa muy bonita y ella sonríe más, sin atreverse incluso a mirarla directamente a los ojos, para que Inés no descubra todavía , que le tiembla el alma en los suyos. Inés tiene un hilo desacorde en esa manga, el reloj de su muñeca marca las 21 horas, 11 minutos, un segundo, dos segundos, tres segundos....
E infinitas posibilidades de ser aún, ese recuerdo que quieres que aún duela.