Toda ilusionada Mariam había acudido a una cena más con Gabriela. Hacía tiempo que se habían conocido y comprobado que se había enamorado de ella.
No conocía los sentimientos de Gabriela respecto a ella, pero esa noche decidió que era la ideal para declarar los suyos y saber los de ella.
Entre la efervescencia del champán y la emoción contenida llegaron las doce de la noche. Hora que Mariam entendió propicia para que la conversación girara de rumbo. Y le habló entonces a Gabriela de todo lo que sentía por ella, dejando su alma completamente abierta ante la mujer que amaba.
Interrumpió el camarero preguntando si tomarían postre, aún así y a pesar de notar algo infame la suspensión Mariam lo indultó con una sonrisa y cuando se hubo marchado prosiguió identificando sus sentimientos por Gabriela con el amor.
Y ahora, es el día después de la última cena con Gabriela. Porque lamentablemente decidió que al menos por el momento sería la última, cuando tras su confesión Gabriela le dijo que sólo podían seguir siendo amigas.
Y ahora, es el día de la cruxificción y muerte de un corazón que no resucitará al tercer día.
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