Si voy al pasado puede pasar de todo,
me asusta quererte
y me vuelvo a partir las ilusiones
contra los finales.
El pasado parece que pasa,
pero siempre quedan restos
en esas cuatro cavidades que bombean sangre y recuerdos.
Cuando vuelvo soy el personaje de aquella película en blanco y negro
que tropieza contigo
y de pronto la escena es una lluvia de colores,
o soy una insignificante partícula en tu universo,
carente de carga
para que me veas cuando paso.
Cuando vuelvo al pasado
ya no es posible inaugurar una noche entre tus brazos,
pero camino por la oscuridad de sus calles
y a lo lejos te me quedas mirando
y recuerdo que iba amaneciendo
mientras comenzaba la mañana en tus labios.
A veces te veo dando vueltas por mi vida,
danzándome en la piel las cientos de melodías
que erizaban las ganas torpes y locas
de perderme entre tus piernas ,
o te arrastro como soga al cuello
creyéndome libre
porque creo que ya no te siento
durante el tiempo en que rechazo creerme las palabras de tu vocabulario.
El pasado, esos episodios ya interpretados;
comedias, alegrías y fracasos...
A los que se puede regresar
según un modelo no matemático
de insomnio, memoria y todos los recortes de historias que estoy entrelazando.
Y que no destruye el delirio de volver
porque allí siempre estamos empezando.
Siempre somos tú y yo,
aunque estemos acabando.
El pasado fue la vida
que de cualquier forma llegó palpitando,
que aún vibra aunque quieras evitarlo,
Yo vuelvo a veces a colarme
para sentirme,
para sentirte, amor, respirando.