miércoles, 21 de noviembre de 2018

Dar la vuelta.

El tiempo.
Cómo decirte lo que me ha hecho el tiempo.
¿Recuerdas que yo era de viento y agua,
que te mecía entre mil huracanes
y me calabas en infinitas tormentas?.

Sé que más de una vez odié la vida que tuve contigo,
porque solo durante siete años me besaste la boca a risas.

Yo pensaba que aquello era inmortal,
te llevaba confiada de la mano,
me aferraba inocente a tus dedos
creyendo que tú desconocías la caducidad de las cosas
y que ser tuya era para siempre.

Pero no fue así, nos vapuleó el miedo, el silencio... 
La esperanza pasó tanto frío
que se nos congeló en los ojos
y yo me hundí en tu mirada de nieve
y tú te perdiste sin rastro para volver a casa.

Me recuerdo detestando tu abandono.
El mundo era tan vacío...
tan carente de calor,
que me vestí de amargura
y  anduve por la vida descalza de ilusiones.

A veces vuelvo la vista atrás,
hay tantos días de por medio,
¡te veo tan pequeña!,
por más que quiero no te alcanzo,
y tú a miles de kilómetros me reprochas no haber entornado la puerta para tu vuelta.

Me duele tanto, la inocencia de tantos pasos sin rumbo cierto,
tuyos y míos.
Este crimen de años,
resbalando en la sangre de nuestros propios corazones.
¿Qué se puede hacer cuándo ya no hay tiempo
y este ha hecho de mí lo que nunca deseaste?.

Alguna vez me senté a escribirte,
a esperarte entre sueños rotos
y llantos como este.
Por aquel entonces mojaban las páginas blancas
y no la pantalla de un móvil.
Antes agarraba un lápiz
con la misma impotencia con la que hoy pulso estas teclas,
cuando te echaba y te echo tanto de menos
y no tengo manera de ser feliz de nuevo.

Si tuviera el poder de darle a todo la vuelta,
como dice Vanesa,
ganaría tiempo para ir a buscarte.
Créeme si te digo, que jamás voy a querer como te he querido,
que todo lo que soy me faltó contigo.
Que me haces falta en cualquier vida que viviera,
y que siento en el alma,
no haberte dado esta entera.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Natacha.

A veces lloro,
a veces sonrío con su foto.
Me mira desde un tiempo tan lleno de recuerdos,
que la tristeza siempre encuentra un trozo de alegría con la que tumbarse al sol.
Te quiero, mi peluche suave.
Es la huella indeleble
que aún cubriéndome el alma entera
deja espacio para los amores como el suyo ;
incondicional, tierno...
de nariz húmeda y cola inquieta...
Razones a cuatro patas
sin las que no entiendo la vida.
Es el imposible olvido
que no quiero olvidar.
Si algo me enorgullece de toda esta singularidad que soy
es no ser impasible a un ladrido.
La voz, como la suya,
que la muerte enmudeció,
pero que aún escucho
entre latido y latido
poniendo música y sentido
a esto de tener corazón.

martes, 13 de noviembre de 2018

viernes, 9 de noviembre de 2018

Los mejores recuerdos saben sonreír.

Abrir un cajón cual cápsula del tiempo
y espantarte por el color de la camisa,
por ese tiempo con tanta prisa
que mentalmente te pone a contar años.
Quieres recordar la estación
y se te confunde entre últimos días de primavera
o principios de verano.
Impecable, intacta la foto,
te cuestiona si te reconoces,
si volverías a por algo o alguien de las que sonríen a la cámara.
Y te das cuenta de que sí,
que no dudarías un segundo en retroceder todas las agujas de todos los relojes del mundo,
en quemar, como  antiguo bibliocausto,
todos los calendarios que llevas a cuestas,
por traerte ese esbozo de sonrisa
que se diluye entre recuerdos
en un cielo azul
y rojo,
y naranja,
y arcoiris...
y negro, como la más negra de las distancias.
y que sabes muestra
mucho menos de lo que siente.