lunes, 31 de agosto de 2015

Mes nueve del año en curso.

Creo que Septiembre va a volver a sus antiguas andanzas.
Después de su tregua, se calzará sus botas y aplastará ilusiones.
Se le daba bien eso, igual que remolcarme a la ausencia que desconoce mi nombre y no sabe que duermo a la derecha de los sueños.
En este pensarle mientras se va acercando,
le imagino cruel, capaz de cortar de raíz la consonancia de cualquier verso con el beso de los labios que una vez fueron míos.
Insufrible, en sus manos ásperas de tiempo lento, torpe,
detenido en horas acurrucadas junto a un recuerdo que se queda prendido en las hojas del calendario.
Septiembre silba fuera ya, cierro la ventana
porque ya empieza a molestarme en los oídos su canción monocorde, idéntica a la que tantas veces odié, notas que siempre insultaron a la esperanza de despertar al lado mismo de la felicidad.
Joder. Creo que empiezo a ser como era y estoy dejando de ser como me estaban haciendo sus ojos.
Los míos decía que eran bonitos. Y sí, ahora lo sé, porque los miraban los suyos.
Septiembre va a ser creo, el transgresor de los viejos tiempos, el denominador común del invierno sin ella.
El cabrón de siempre, que se sienta a los pies de tu cama
y no para de contarte cuentos de miedo.

sábado, 29 de agosto de 2015

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viernes, 28 de agosto de 2015

Sinceramente.

A veces pienso que alguien debería darle un par de hostias.

jueves, 27 de agosto de 2015

86.400

Ochenta y seis mil cuatro cientos que no van a volver.

martes, 25 de agosto de 2015

Corto.

viernes, 14 de agosto de 2015

De los días que nos restaban.

Hoy, como si de eso hiciese mucho tiempo,
he recordado la noche en aquella terraza.
Volvíamos de cenar y Málaga invitaba a un refugio donde leerse los ojos.  Vino un borracho a interrumpir y también nos interrumpió el cierre del local.
Los pendientes simulaban relojes que quizás empezaron a contar los días que nos restaban.
Pedazos suyos y míos caen de aquella noche .
Cuántas diferencias entre aquella y esta en la que aún me hace falta valor para afrontarla tan lejos del hueco de su espalda.
Allí, sí que el amanecer llegaba terriblemente pronto.
Ahora, en este momento.Ya,
sé que volveré a acordarme de otros lugares donde fui feliz ...
De la voz alegre que ya no oigo...
E intentaré cruzar lo más rápido que pueda este terreno baldío de su ausencia.

martes, 11 de agosto de 2015

La princesa está triste.

Érase una vez una princesa rubia con trenzas que abarcaban el ciberespacio.
Su pelo alcanzaba lugares desconocidos para ella, llegaba a personas de quienes no sospechaba su existencia.
A veces su trenza se enredaba en marañas de las que solía salir airosa,
otras veces el lazo que sujetaba su pelo, se desataba y tenía que recoger rápido su trenza para no desmelenarse.

La princesa es sabia y conocía los peligros de llegar a lugares y a personas desconocidas
pero su ilusión y su anhelo de alcanzar algún día el corazón de una persona a la que entregar el suyo
le hacían arriesgar y persistir.

Un día, la princesa llegó a un espacio donde se sentía cómoda y feliz.
Decidió quedarse y recogió su trenza.
Su corazón estallaba de felicidad y, sin cautelas, se entregó al placer de haber alcanzado su meta.
Amó y se entregó como tenía que ser.

Pasó el tiempo y surgieron obstáculos que no pudieron vencerse.
Ataduras que no permitieron que ese amor fuera libre.
La princesa  tuvo que aceptar la evidencia del final de aquella historia y cayó en un estado de postración.
Herida, sola y frustrada por haber tenido la felicidad y haberla perdido de nuevo
se retiró a su castillo y, desde la torre, derramaba lágrimas y miraba a través de su ventana
por si alguno de los caminantes que pasaban cerca le hacía señales del ansiado regreso.

Pasaban los días y la princesa comenzaba a aceptar la evidencia.
Era muy duro para ella haber tenido que renunciar al amor de nuevo
y se preguntaba una y otra vez por qué tuvo que aprender ciertas cosas,
por qué tuvo que pasarle esto cuando ella solo quería ser feliz.
¡¡Ella solo había amado y entregado su corazón!!

Tuvo que pasar un tiempo hasta que los campos volvieron a reir,
hasta que los cantos de las alondras volvieron a llenarla de ilusión por la llegada de un nuevo día.
Hasta que las madrugadas dejaron de estar llenas de lagunas de sueño y se llenaron
de sueños de futuro donde anidar de nuevo en un corazón amable y libre.

La princesa volvería a reir, volvería a soñar.
Lo dijo un juglar que cantaba sus trovas en el mercado.
Lo dijo el viento que al pasar dejó su historia en mis labios.
Y yo sonreí al saber de su dicha.
                                 
                                                   ( Halley )

domingo, 9 de agosto de 2015

A pie de frase.

¿Cómo llega uno para quedarse cuando se ha ido?.
El tiempo no nos pertenece, pertenecemos al tiempo.
Fuimos ese pretérito perfecto en los que habitamos días en los que fuimos.
Hace días que cayó el telón y esta función no se llama eternidad. 
Quién sabe que pasará tan lejos de sus labios.¿Quién será la dueña de los besos que no damos? .
El invierno del verano ha "pasao" por mí.
Pedacitos de un nosotras donde me tiembla el miedo en una absurda realidad que no entiendo.
Frustrado el propósito inmutable; que yo podía hacerla feliz fue la aspiración inalcanzable.
Una ciudad sin haberla conocido interpela su presencia, y su lado en esta acera ya no guarda el equilibrio que me falta a mí.
Un atardecer se duerme en el mar extrañando promesas.

viernes, 7 de agosto de 2015

Jugando a ganar.

Gané unos cuantos versos de estos que recorren carreteras a media noche y como ella, se saltan semáforos en rojo.
Gané montañas de pensamientos que escalaba de mal en peor y en los que a veces resbalaba un pié y caían piedras sobre los versos que cruzaban en rojo.
Gané algún insomnio.No me gusta el calor para tener insomnio, los recuerdos te sudan hasta en las manos que agarran la cuerda con la que intentas no despeñarte.
Gané un por qué por segundo y un segundo más de insomnio por cada por qué.
Gané algunas lágrimas escondidas que no entendían cómo las retenía ni por qué.
Gané el papel fácil de la película de amor, el comprendido, el que tiene razones hasta para esconder las lágrimas.
Gané poder elegir interpretarme con enfado, con odio ...en la película de la princesa rubia a la que dejan por amor.
Gané, el perfecto verano para ser odiado.
Me preguntó si me paré a pensar lo que ganó ella.
Y Soy tan puñeteramente egoísta que no tengo ni idea de cuales fueron sus premios.
Yo no elegí el juego. Ni acepto sus reglas. Sé que esto no me exime de culpa, pero ¿ qué culpa tengo yo de que toda "la suerte" conspirara a mí favor Y se tumbara aquí conmigo olvidándose del resto del mundo?.

miércoles, 5 de agosto de 2015