... Y la besé, la besé como si tuviéramos los minutos contados, el mundo traicionado, el veneno en el estómago, y sentí que Sara ya no quería morir porque me quería con un amor loco y fugitivo y quizás un poquito desgraciado todavía, y este beso duró más de lo que tú has tardado en leer esta última página, todavía está durando.
( Y decirte alguna estupidez, por ejemplo, te quiero. Martín Casariego )
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