Cuando yo digo tu nombre
la voz me sabe a recuerdos,
embelesados,quizás
en las alas del tiempo.
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Tengo fiebre en la mente
y en la mirada,
fiebre en el corazón
en el costado y en el alma.
Tengo un nombre en los labios
y una boca que lo retiene y calla.
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Vagué lentamente,
acompasado el ritmo de mis pies,
ardiente la frente,
helada la piel.
Vagué hacia recuerdos perdidos
y hallados en la luz mágica
de una estrella.
Vagué sin prisa
sintiendo paso a paso
el latido nuevo de un corazón.
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Abro mi cuaderno
y escribo....
Este homenaje
a esa ausencia tuya
que me inspira un verso
cualquier tarde.
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No te lleves los recuerdos,
dejalos dormitando en la noche,
dejalos que yo pueda verlos.
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Se torna la tarde
de una oscuridad lenta,
las hojas de un cuaderno
rompen el silencio.
Cae la tarde
tranquila y quieta.
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Te escribo en las largas noches
de los inviernos tristes,
sintiendo que estás cerca
más cerca,tal vez,que yo misma.
Te escribo porque el corazón
me arrastra a ello,
como arrastraba el agua
aquella hoja del camino.
Hace frío,
casi helada la noche
y te sigo escribiendo....
porque cada palabra
te regresa a mí
y con cada letra
aun sin yo saberlo
alegro el alma y avivo el recuerdo.
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