Tenía que decirlo.No podía guardarse por más tiempo sus sentimientos. Vicky ya sospechaba que le ocurría algo,que se ponía nerviosa y temblaba cuando iba a recogerla. Pero ¿Cómo se lo decía?,era su mejor amiga y eso empeoraba las cosas.Además no sabría explicarle bien cómo ocurrió,ni cuándo, porque ni ella misma puede saber con exactitud en qué día fueron esos sentimientos entrando en su corazón hasta llenarlo por completo.
Sin embargo,la realidad era así de latente.Sentía que se le desbocaba el alma a cada paso que acortaba la distancia a casa de su amiga.Que le temblaba la mano al pulsar el timbre y cuando la veía a ella,toda la sangre le hervía en la cara.
Y cuando no la veía,la pensaba constantemente. La dibujaba en su mente; Sus ojos, con aquel azul intenso del mar que tanto disfrutaba. Su boca, fruta prohibida que deseaba morder.
Sus manos... sus piernas... su pecho... su piel...Dibujo perfecto que imprimía en lo más profundo.
Tenía que decirlo.Esa era la conclusión a la que había llegado tras una noche en continuo desvelo.No dejaría pasar un día más. Se lo diría en cuanto Vicky abriese la puerta. Sí.
-Hola- saludó Vicky .
En desbandada entonces,sin percibirlo apenas,salieron las palabras,sospechosas quizá,de que pasado un minuto más no saldrían de su cautiverio si la dejaban pensar:
-Vicky,estoy enamorada de tu madre-.
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