Se levantó para llevar su plato al fregadero y al encender la luz de la cocina fue como si a su vez se encendiese otra luz dentro de ella.
Comprendió de inmediato que eso no tenía nada que ver con el amor. Aquellos gritos e insultos que había arrojado Luisa una vez más sobre ella, no cabían dentro de los significados ni de los sinónimos del amor.
Al fin se daba cuenta y no los eximía tras un mal día, un bajón pasajero o un exceso de trabajo.
Dejó el plato y se dirigió a la habitación que ambas compartían. Luisa entró poco después y la vió sacar del altillo del armario una maleta
- ¿ Qué se supone que haces ? - vociferó.
- Mandarte a la mierda - respondió tranquila Nora.
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