En aquella tarde del mes de Marzo, tras cinco meses de ausencia, Eva va ilusionada a encontrarse con Paloma. Su paso es presuroso y a la vez tembloroso. Tiene la pretensión de confesarle a Paloma que los meses que han pasado han sido un tormento interminable en donde no ansiaba más que su regreso.
El parque a aquella hora de la mañana no está muy concurrido y no tiene problemas para encontrar un banco libre.
Se sienta a esperarla y se siente confiada en que va a lograr nuevamente que Paloma retorne a su vida.
Piensa que ese logro será el que pregone que el amor a veces vuelve para restaurar el orden de todas las cosas.
Ese regalo de ese día inmensamente azul va a deslumbrar al mismo sol.
Poco después percibe Eva que allá a lo lejos se divisa la imagen de Paloma que se acerca acompañada.
Se saludan, se besan y Paloma presenta a quien la acompaña.
- Este es Ricardo, mi marido-.
Y fué en ese punto exacto cuando palideció el día y una tormenta de lágrimas internas ahogó el corazón de Eva.
1 comentario:
Este es un relato de una refinada crueldad.
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