Isabel intentaba escribir una carta de despedida, intentando convencerse de que tenía que ser exactamente eso que su nombre indicadaba: UNA CARTA DE DESPEDIDA.
No le gustaba comenzar con el lugar y la fecha, prefería ponerlos al final.
Indagaba en palabras, pensamientos, sentimientos, emociones.
Pero las palabras no eran fieles a sus pensamientos , sus pensamientos se enredaban en un sin fin de sentimientos y sus emociones no sabía explicarlas con palabras.
Decidió hacer una pausa, recrearse frente al paisaje mojado por la reciente lluvia con un café que la animara y la ayudase en su quehacer.
¿ Qué quería decir en aquella carta ?.
¿ De qué pretendía despedirse ?.
La última idea pareció zacudirla, por qué no había pensado de quién pretendía despedirse.
¿ Qué estaba pasando ?. ¿ Acaso aquella carta no iba a ser destinada a Gloria ?.
Desvió la mirada hacia el salón para encontrarse con los ojos de ella en alguna de las muchas fotos que en él había. Había olvidado que aquella misma noche las guardó todas en una caja y las bajó al garaje.
La aterró el destierro de sus ojos. Y sintió como un violento empuje de su cuerpo la hizo precipitarse escaleras abajo.
Abrió la caja y una mirada de color mar la rescató de la tristeza.
Se sentó luego otra vez frente al folio en blanco:
No me despido de tí porque es inútil, irremediablemente te quedas en mí.
Esta carta que pretendía ser de despedida se convierte en algo más que una nota que opta por la separación del dolor y del llanto.
Me marcho de todo lo que nos duele y parto con los días buenos de un amor.
No me despido de tí, porque siempre serás parte de lo que he sido y sé que serás también parte de lo que un día seré, cuando tu recuerdo ya me visite y yo sepa sonreirle.
Y miró la foto de Gloria que seguía sonriendo.
Y como era su costumbre imprimió la fecha al terminar
Madrid 12 de Septiembre de 2009.
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