miércoles, 10 de septiembre de 2008


Estoy harto de oír a gente que se queja: " Se me murió mi perro. No quiero tener más,se sufre mucho". Es una reacción obtusa y egoísta. Por un sufrimiento previsible se renuncia a la gracia presente, al cariño presente, al don de sí. ¿Es que un perro o un amor o una posesión esencial sólo nos regalan el dolor de su pérdida?¿Nos quedaremos, como en una mala fotografía, congelados en el gesto final?¿Y el amable trayecto, con una mano entre las nuestras, hasta llegar allí?.¿Olvidaremos cómo esperamos impacientes que sonase la hora de la cita, cómo aquella compartida emoción revolvió las mañanas, explicó el mediodía, dio sentido a los atardeceres,justificó el desvelo cada noche?¿Olvidaremos,porque terminó,los gráciles comienzos en los que se enredaban las miradas, incapaces ya de desenredarse,el sereno o tormentoso desarrollo en que se nos multiplicaba el corazón?;¿Olvidaremos,porque toda música cesa,cuánta armonía pautó nuestra vida, como si fuese a durar siempre?.Estamos hechos de tiempo,de soledad y amor.A la tarde nos examinarán en él... El azar y el destino cuentan,a medias, nuestra vida en voz baja.
( Antonio Gala )

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