lunes, 12 de mayo de 2008

Solo con el tiempo,uno aprende.


Después de un tiempo uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano
y encadenar un alma , y uno aprende que el amor no significa acostarse y una
compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender...

Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza
a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a
construir todos sus caminos en el hoy,porque el terreno de mañana es demasiado
inseguro para planes... y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.

Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado,hasta el calor del sol
quema.Así uno planta su propio jardín y decora su propia alma en lugar de esperar
que alguien le traiga flores.

y uno aprende que realmente puede aguantar,que uno realmente es fuerte,que uno
realmente vale, y uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende.

Con el tiempo aprendes que sólo quien es capaz de amarte con todos tus
defectos,sin pretender cambiarte,puede brindarte toda la felicidad que deseas.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro
significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo para
acompañar tu soledad,irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.

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Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón,decir que amas
decir que extrañas,decir que necesitas,decir que quieres ser amigo ante una tumba
ya no tiene ningún sentido.

Pero desafortunadamente,solo con el tiempo.

( Jorge Luis Borges)





1 comentario:

noviembres dijo...

uff, el tiempo, que nos va robando la vida, mientras nos va regalando la sabiduria,como si todo el sentido de nuestra existencia fuera precisamente un camino de conocimiento, de autoconocimientos y reconocimientos de unas y otras verdades. El Tiempo, poderoso, magnánimo, generoso e implacable, pues, al final, con todo ese bagaje, en ese cénit que alcanzamos al final del camino, nos lleva a ese todo único y personal, que, tan injusta como irremediablemente, será también nuestra Nada.