lunes, 31 de agosto de 2015

Mes nueve del año en curso.

Creo que Septiembre va a volver a sus antiguas andanzas.
Después de su tregua, se calzará sus botas y aplastará ilusiones.
Se le daba bien eso, igual que remolcarme a la ausencia que desconoce mi nombre y no sabe que duermo a la derecha de los sueños.
En este pensarle mientras se va acercando,
le imagino cruel, capaz de cortar de raíz la consonancia de cualquier verso con el beso de los labios que una vez fueron míos.
Insufrible, en sus manos ásperas de tiempo lento, torpe,
detenido en horas acurrucadas junto a un recuerdo que se queda prendido en las hojas del calendario.
Septiembre silba fuera ya, cierro la ventana
porque ya empieza a molestarme en los oídos su canción monocorde, idéntica a la que tantas veces odié, notas que siempre insultaron a la esperanza de despertar al lado mismo de la felicidad.
Joder. Creo que empiezo a ser como era y estoy dejando de ser como me estaban haciendo sus ojos.
Los míos decía que eran bonitos. Y sí, ahora lo sé, porque los miraban los suyos.
Septiembre va a ser creo, el transgresor de los viejos tiempos, el denominador común del invierno sin ella.
El cabrón de siempre, que se sienta a los pies de tu cama
y no para de contarte cuentos de miedo.

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