zambulléndonos sin descanso
en busca de nuestra felicidad.
Me sumerjo,
aunque las aguas estén turbias y agitadas;
braceo para llegar al fondo
para encontrar las mejores ostras.
Me lanzo,
a veces con el impulso de la emoción,
siempre con cierto miedo.
Y aunque sienta que los pulmones arden
y que mi cabeza amenaza con estallar
realizo un último esfuerzo,
con la esperanza de que valdrá la pena.
Estoy lejos de desistir,
he probado mi fuerza y mis compañeros me arropan….
Si regreso decepcionada de la larga jornada
con la gelidez de las aguas profundas
arañándome los huesos o con el alma aterida…
nada me reconforta más que una mirada de comprensión
nada me devuelve mejor el calor
que la mano amiga.
Vuelvo al hogar
aferrando con fuerza las perlas en mi mano,
y sonriendo, las dejo caer sobre tu palma.
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