lunes, 24 de noviembre de 2008

No es que me haya asaltado de repente. Pero lo tengo.
LLeva conmigo unos cuantos días y es inseparable. Hoy entiendo bien lo que es pegarse como una lapa, puesto que no me deja ni a sol ni a sombra.
Me zarandea de vez en cuando, sin violencia, sólo para recordarme que sigue ahí.
No es algo que pueda verse, quizá por eso su afán de hacerse notar. Reclamó mi atención por ejemplo esta mañana apenas abrí los ojos al nuevo día. ¡ Qué madrugador eres ! le dije.
Me sorprendió mientras me cepillaba los dientes. Y esta misma tarde ante su presencia decidí escribir esto.
Se trata de un presentimiento que tengo. Esa sensación que tiene el corazón de notar algo que puede ocurrir. Corazonada le llaman también.
No quiere decir esto que aquello que llega a presentir el corazón ocurra siempre. Por fortuna a veces se equivoca (Se entiende que cuando digo por fortuna me refiera en concreto a los malos presentimientos) Y espero que esta vez falle. Cruzo los dedos.
No voy a desvelar de qué se trata este presagio. Ni siquiera voy a dar pista alguna. Sólo voy a dejar estas líneas como constancia de lo insistente que es. Tal vez otro día y en otras líneas cuente qué ha sido de él.
Ojalá se vaya por donde vino sin dejar huella alguna. Que sólo sea uno más de los errores que se mueven por el alma. Cruzo de nuevo los dedos, aunque he de confesar que me asustó leer hoy lo que dijo García Lorca sobre ellos, decía así:
"El presentimiento es la sonda del alma
en el misterio.
Nariz del corazón
que explora en la tiniebla del tiempo".
Pero todos como humanos cometemos fallos, y el corazón está dentro de todo humano y esta vez va a equivocarse. ¿ A que sí ?.

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