El reloj sonaba
tic tac, tic tac.
Las horas agonizaban ante su canción interminable y a ella le aplastaban el alma.
Rememoró una tarde de paseos largos por aquel bosque dorado de hojas. El viento soplaba muy fuerte y bailaban las hojas a su son.
Ella la miró a los ojos y le dijo: -
El camino es nuestro
empieza aquí y ahora
y nos lleva a alcanzar los
sueños.
¿Dónde estaban ahora los sueños ?.
¿En qué espacio quedaron perdidos?.
¿En qué espacio quedaron perdidos?.
Tic tac, tic tac...; seguían muriendo las horas.
Abrió su cuaderno y escribió:
¿Cuál era su sueño?. El mío era morirme a su lado, y hace tres años ya que me está esperando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario