sábado, 17 de noviembre de 2018

Natacha.

A veces lloro,
a veces sonrío con su foto.
Me mira desde un tiempo tan lleno de recuerdos,
que la tristeza siempre encuentra un trozo de alegría con la que tumbarse al sol.
Te quiero, mi peluche suave.
Es la huella indeleble
que aún cubriéndome el alma entera
deja espacio para los amores como el suyo ;
incondicional, tierno...
de nariz húmeda y cola inquieta...
Razones a cuatro patas
sin las que no entiendo la vida.
Es el imposible olvido
que no quiero olvidar.
Si algo me enorgullece de toda esta singularidad que soy
es no ser impasible a un ladrido.
La voz, como la suya,
que la muerte enmudeció,
pero que aún escucho
entre latido y latido
poniendo música y sentido
a esto de tener corazón.

3 comentarios:

Maria Navarta dijo...

Un/a amigo/a de cuatro patas , entiendo que anterior...nunca se olvidan

alasdemariposa dijo...

María, Natacha, femenino :-)
No hay un día que no me acuerde.

Alís dijo...

Qué conmovedor!

Un abrazo