sábado, 7 de abril de 2018

Volverte a ver, Amor.

Siempre amé tu boca.
La idolatré como adoran las noches de verano la luna llena y las lluvias de estrellas.
Aunque tus labios supieron decir muy pocas veces mi nombre,
pero aún así, eran el oráculo donde yo pedía deseos.
Me acuerdo  que venías desbaratando ideales, 
y que me daba igual no tener idea que defender,
porque como hoy, yo siempre he querido que tú ganases la batalla.
A pesar de todo no olvido tu sonrisa vistiéndose con mi piel
y aún percibo entre la multitud tu mirada adolescente coqueteando con la vida.
Tu cuerpo tiene la temperatura de un prado que acaricia el sol. 
Sentir tus  besos es a veces,
como la hierba que roza el viento, y a veces como una tormenta sin refugio,
con la que tiemblas
y alucinas al mismo tiempo.
Combinas la magia y el miedo, mezclas ternura y deseo,
eres capaz de pender de un hilo mi corazón
y de levantarme el alma más allá del cielo.
El cielo de tenerme prendida a tus movimientos,
a esos giros de acróbata,
a estos trucos de tus manos...
Tengo tu melodía latiéndome en el cuello,
tus acordes mueren en  el pulso,
y resucitan hasta en las yemas de los dedos.
Quiero volverte a ver.
Saber de ti una vez más,
antes que olvide que te quiero.
Antes que se hiele la primavera en una esquina del invierno.
Decirte que aunque te vayas,
en los cimientos de tu recuerdo, escribiré, Amor, mi último verso.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Emocionante, do. Muchos besos

Anónimo dijo...

María que bonito, es precioso el poema ,soy Carmen

Maria Navarta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Maria Navarta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.