
Si quedará en mí la firmeza, el valor de este momento.
Quizá esté volcada en una tarde opuesta a esta
donde ande el tiempo enredado en las cuerdas de la soledad
y no advierta yo tu falta.
Puede que al amparo de un retiro emocional
abandonen los versos horas como estas
en las que yo te pienso.
Y quién sabe si todo este attrezzo de lluvia y luces
no desorientará la nostalgia.
Y pase de largo sin decirme que tú no estás.
Acaso confusa detenga el avance en la esperanza
de reconocer tu boca.
Probablemente puedo yo haber agotado la imaginación
y no quede invención para narrarle a la luna
que asomó tu mirada radiante
en los contrastes claroscuros de la madrugada.
Y como pésima cuentista abandone la costumbre
de contar segundos sin tí.
Quizás murmure la noche tu ausencia
y no oiga yo más que el viento.
Y sea insuficente mi oído para atender
este tránsito de sueños
e incapaz de considerar tu risa
en esta precipitación de deseos.
Y quién sabe si te esperaré otra Navidad.
Si habrá en mí este retumbar de fantasía.
Quizá todo ande sumergido en una modorra aguda.
Pasados y ajados los besos que no llegaron.
Empujado indiferente el reloj
por una existencia contraria a esta
harta de permanecer
en un espacio que no habitamos.
Y quién sabe si habrá dos mil once razones
para escribir trescientos sesenta y cinco
poemas .
Y para quererte doce meses
durante veinte cuatro horas
todos los días de mi vida.
4 comentarios:
no eres pésima cuentista, eres ópitma cuentista. me sobrecoge la carga emocional de tu poema,sólo la punta del iceberg que se vislumbra de tu interior.qué añadir ante un paisaje precioso o un cuadro o una emoción cualquiera?nada, callar y disfrutarla. eso mismo merecen tus versos.besos,do
Anónimo, gracias me has dejao sin palabras, exageráaaaaaa!!!!. Besos navideños.
Me suscribo a lo dicho por anónimo. besotes
Brezo, otra exageráaaaa!
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