- Abuela, ¿ puedo hablar contigo ?.
- Espera niña, que busco una nananina.
- Mandarinas no hay abuela, mamá no trajo ayer.
- Sí hay, mira.
- Eso es una nectarina abuela.
- Pues eso, una nananina.
- Abuela,¿te puedo preguntar una cosa?.
- Claro que sí.
- ¿ Cómo le digo a mi madre que soy lesbiana?.
- Y ¿ eso que es hija ?.
- Pues que me gustan las mujeres abuela.
- Uy,vaya! se ve que la getica,vuelve a hacer de las suyas.
- ¿ Qué dices abuela ?.
- Espera, espera que saco la leche del miniondas y te digo.
- Digo, que si yo fuera tu madre, te sería más fácil contarmelo.
- Eso ¿ por qué abuela ?.
( Y la abuela le cuenta a su nieta, como en un tiempo muy atrás, ella se enamoró de una maestra que llegó al pueblo cuando ella ya estaba casada con su abuelo )
- Y ¿ qué pasó abuela ?.
- Nada niña, en aquellos tiempos no podía pasar más que lo que pasó. Dejad el tiempo pasar.
La maestra no volvió al siguiente curso y yo a veces pienso que habría pasado si hubiese
vuelto.
- Ay abuela , qué triste.
- Bueno la vida es así. Menos mal que ahora es más fácil y a mi nieta no le pasará lo mismo.
- Abuela, yo también me he enamorado de una maestra. Y no sé cómo decírselo a mi madre.
- Tu madre hay cosas que no entiende a pesar de ser hija mía, así que por ahora no le digas nada.
Deja que pase el tiempo. Todavía eres muy chica.
- Tengo ya catorce años.
- Hacemos una cosa, cuando tengas cabeza para no olvidar el gorro de la moto se lo cuentas a tu
madre.
- El casco de la moto es muy incómoda.
- Pero necesaria niña.
- Está bien abuela, trato hecho.
( Y la nieta salió de la cocina, y a la mente de la abuela llegó una mirada procedente de un tiempo muy lejano que se cruza con la suya en una calle muy estrecha, donde dos mujeres no tuvieron más remedio que rozarse para seguir su camino. Una mirada que hoy nubla la suya como al principio de un nuevo curso escolar ,cuando ansiosa buscó unos ojos que jamás volvió a ver y se instaló en su vida como un leve suspiro que rasgaba como hoy la piel del alma. )
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