Otro día más para agotar rápido sus horas. Para no sentir como con cada una de ellas
se hace más notable y cruel el peso de la soledad que va presintiéndose ya en el café y recorre con ella toda la jornada hasta quedar estancada a última hora ya al otro lado de la cama.
En el amanecer de un día cualquiera,ella enciende un cigarro y denuncia desde su interior y para su interior,esas faltas de suerte y de fe que le sobrevienen tan temprano.

Unas palabras que sentencian lo que de antemano ella sabe, una pizca, un instante de esperanza... pero suficiente como para levantarse y confíar que en otro amanecer cualquiera ella va a ser feliz.
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