Y que quiero ser infierno.

Creo que no existe ( s )
y no sé si llego a esta conclusión
porque me duele la cabeza
y las ganas de todo.
Creo que me estoy resfriando
y desconozco si esta infección viral
tiene la culpa de este enfriamiento
del anhelo de saber que está ( s ) .
Me pica la garganta 
en la ignorancia de un nombre,
y me impide respirar con normalidad
esta tarde de descongestiones nasales y nostalgias.
Estoy harta.
Te juro que estoy harta
del polvo de estrellas 
que no deja nada en mis manos.
Si acaso un poema, 
que no me sirve,
porque es difícil hacerle caso
a las estrofas pisoteadas por  zapatos
que lastimaron la presunción de inocencia
de tus ojos o de aquellos a los que pudieran parecerse.
Me cansa mortalmente la conversación, el parloteo, el rollo...
que espanta y asusta los encuentros.
Los cielos que se abren en la ventana
joden las palabras y la pregunta a cualquier respuesta .
Porque yo quiero ser el infierno.
La condenación de tu alma y de tu cuerpo,
la llama eterna de tu piel sobre la mía.
Creo que tengo 
otro día de malos pensamientos,
creo que es por culpa del paracetamol,
leí una vez por ahí
que no provoca euforia 
ni altera el humor del paciente.
Y yo en esta paciencia, desgastada casi ya,
necesitaría que me provocara ( s ) 
el deseo de no querer cerrar la puerta
y tirar la llave y poner candados...
Porque no todo ha de ser sueños rotos,
promesas rotas...
Rompernos no puede ser factible otra vez,
otra vez no se puede quebrar la luna tan de repente
y dejar a oscuras y entre ruinas
esa sensación prodigiosa de que podemos alcanzarla
en la hora exacta en que amamos.
Pero, en fin, que me pican los ojos,
y toso ... y que sería otro resfriado común
si no me diera por creer 
que cada día está más lejos
la probabilidad de que vuelva a querer (te).
Querer ser, ser queriendo la posibilidad
más bonita del mundo.
Pediría perdón por este suicidio de esperanzas,
diría que siento no ser de otra forma,
pero, recuerdo que me duelen las ganas
y que quiero ser infierno
y que quizás...
con esto empiece el fuego.