jueves, 16 de junio de 2016

Los pretéritos que suceden.

Me miro en el espejo y no me reconozco.

Bueno ... no quiero conocerme quizás.

Duró nada la alegría en un patio de verano y cerrar y abrir los ojos a las estrellas
fue el más bonito preludio al sueño.

Siempre quise tener los ojos verdes.
Sabes que los "tuve" una vez?.
Y siempre quise retroceder en el tiempo
para secuestrar a la niña que casi no fui
o para quedarme a las puertas de mi vida.

Sé que muchas veces me ha salvado la imaginación,
querer ser la hoja al viento,
irme lejos ¡ a dormir en la luna!
y observar que me están buscando.
Me salvó la poesía,
del bocado en la vena coronaria izquierda que me hacía sus ausencias,
permanentes en los besos que no eran míos.
Me salvó quererla,
descubrir que no cualquiera dice tu nombre mordiéndote la lengua.

En las noches como esta ,
en las que pienso como si ya no quedaran cajas de Pandora  que abrir
ni sinónimos  de huracanes al borde de unos ojos y de una cama,
considero que soy culpable de estrangular el noventa por ciento de mis deseos.
Y que es mentira que no haya tiempo perdido,
porque yo ando buscando y buscándome
en el presente de indicativo del verbo ser
y sólo tropiezo con un pretérito perfecto simple
del que parece que no hay salida.

Y no es porque me hayas faltado tú,
si no porque me ha faltado yo contigo.

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