Pudiera ser que tenga razón.

Pudiera ser que Ana tuviera razón. Pensaba en ello mientras movía con excesiva lentitud un café demasiado frío ya.
Su pensamiento la dejó perderse en la función automáta de girar una y otra vez la cucharilla y se marchó a encontrarse con ella en aquel año de COU en el que ambas coincidieron.
Desde el primer día Irene había notado que detrás de ella los ojos de Andrea seguían todos sus movimientos.Un día se atrevió a sorprenderlos,se volvió hacia ellos y la recibió la sonrisa más bonita jamás vista por ella en los labios de nadie.
A partir de haí comenzaron a hablar. Descubrieron como el alma de una se acoplaba en perfecta armonía con el alma de la otra. Aceptaron sin dudas ni traumas como sus cuerpos se atraían en conformidad con esa simetria de sus almas.
Y así en el hallazgo del primer amor pasó un año completo de besos, plagado de miradas,congestionado de deseo.
Un año que no tuvo continuidad pese a lo que parecía un paréntesis vacacional. A pesar de las promesas, de las lágrimas , del: Ojalá fuera ya Septiembre, del último beso, aquella historia terminaba allí, en la estación de tren donde cada una subiría a uno distinto para sin saberlo aún, no encontrarse más.
Y no se encontraban más porque Andrea no quería. Porque aunque Andrea no volvió jamás al mismo instituto que Irene, ella la estuvo esperando siempre.
De hecho a sus treinta y ocho aún la espera. Porque parece ser que ese siempre aún está vigente para ella. Aún cuando Andrea no dá señales de querer pertenecer a ese siempre con ella. Aunque Irene se sienta fracasada en sus posteriores relaciones queriendo compararlas a lo vivido con Andrea.
Aunque tantos años después se encontrara hace seis días con la madre de Andrea y esta le diera su número de móvil.
El pensamiento vuelve interrumpido de pronto por el sonido de una bandeja que cae al suelo, a la realidad en la que Irene deja de remover el café y piensa en su conversación de esta mañana con su compañera Ana.
_ Mira yo, después de media vida enamorada de una mujer y hoy sé perfectamente que ella no hubiera sido la mujer de mi vida - Le había dicho Ana.
_ Pero es que yo no sé si es la mujer de mi vida _ Le había respondido Irene.
_ ¿ Teneis algún tipo de contacto ? _ Preguntó Ana.
_ Su madre me dió su teléfono hace unos días. Le he mandado un sms con mi número, algún que otro preguntándole si le gustaría que nos viesemos y no me lo coge las veces que la he llamado.
_ Pues ahí tienes la prueba _ Dijo Ana _ De que no es la mujer de tu vida. Si fuera la mujer de tu vida, estaría como tú deseando verte.
_ Tienes razón _ Concluyó Irene.
¿ Entonces, Por qué ahora, cuatro horas escasas más tarde,estás cuestionándote si Ana pudiera tener razón, Si se lo has dicho tan convencida? _ Se está preguntando Irene.
Y quizás la incertidumbre surge de este dolor crónico que Irene no ha sido capaz de superar que se apoya en la esperanza vana de que del pasado vuelva su amor para curarle el presente.
Y Tal vez todavía no es tiempo de que Irene comprenda que los pasados no pueden habitar presentes, que no suelen pisar unos los terrenos de los otros excepto en la memoria del recuerdo o de la enajenación.
Y puede que algún día consienta cerrar la puerta porque hace frío y se están congelando los días en una estación de tren sin destino.
Y el destino pudiera ser que tenga razón.