martes, 7 de junio de 2011
Deserción.
No quiero ser poeta
si mis versos no alteran estos días
que se tambalean
como estructura deficiente
incapaz de cumplir su objetivo
de facilitar el paso
por esta zona peligrosa
que transito sin tí.
No quiero que un poema
como espíritu noctámbulo
se hospede en la noche
porque sólo allí te distingue.
No quiero ser poeta.
Me duele la estrofa ingenua
que besa tu boca.
Me desequilibra la rima asonante
de un corazón que no te tiene.
No quiero que la sintonía de mis letras
corresponda a una funesta canción de no amor.
No sé si por mi tristeza
o porque mi poesía sangra la última gota,
pero no quiero ser poeta
hasta que no tenga sentido
escribir la composición perfecta
con un lenguaje acaso sólo nuestro.
Que no,
que no quiero ser poeta
si mi verso no tiene competencia
para posarse en tu cuerpo
y dormir a tu vera.
Reniego de este poético momento
ignorante de tus ojos.
Absurdo e inepto.
Embustero en decir
que tu voz despertará del sueño.
No quiero ser poeta
lo ratifico ahora
en presencia de tu ausencia,
Y lo firmo en esta tarde de un día cualquiera
con la secreta esperanza
de que me hagas traicionar esta idea,
cuando tus manos ayuden a mis manos
porque TODO empieza.
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