Leona Marina.

A los ocho o nueve años fue cuándo descubrí que me gustaban las chicas.
Ella se llamaba Susana. Venía de Cataluña a pasar un mes del verano en el pueblo.
Lo que me cohibía ante ella (a parte de lo bonita que yo la encontraba ) eran sus pronunciadas eses tan dispares de mis marcadas zetas.
Desde ahí ya creo que empezé a odiarlas. ( Me refiero a mis zetas no a las chicas.)
Me la ha recordado hoy un capítulo del libro que estoy leyendo.
En el que la protagonista una niña de nueve años cuenta que tenía diez chicas enamoradas de ella que suspiraban por cruzar la calle con ella cogidas de su mano. Pero ella sólo quiere dársela a sus dos mejores amigas, la francesa Marie y la suiza Roselyne.
Y cuenta que un día Roselyne le dice que de vez en cuando debería darle la mano a otras chicas.
Ainsssssssss ¿ Por qué en aquel tiempo no hubo en mi vida un alma tan caritativa como Roselyne Que le dijera a Susana _ Lo está pasando muy mal?.
Y haber tenido yo hoy el recuerdo de que como Corinne no dejé durante toda la mañana de anunciar a voz en grito:
_ ¡ Va a darme la mano !
y de haberme pasado toda la tarde repitiendo
_ Me ha dado la mano !.
Qué injusta es la vida.
En fin, a ver si al menos en otra vida, tengo suerte y como Amélie, puedo oir a un tal Philippe contestarme
_ Es por tu culpa . Al parecer , ayer le diste la mano a Corinne . Ahora todas quieren darte la mano _
Aunque el tal Philippe sea un delfín y yo una leona marina.