Algún día le escribiré un poema al amor de mi vida,
le recitaré a latidos lo que vivió
mi alma sin ella,
deshojaré margaritas sobre su cuerpo
que arrojarán siempre el mismo resultado sobre mi cuerpo,
un deseo insurgente sublevado a la distancia de su piel.
En París encontraremos los besos perdidos,
aquellos que siempre nos esperaron a la orilla del Sena
y gritaban nuestros nombres desde la planta tercera de la Torre Eiffel
en las noches de luna llena
cuando cualquier reloj del mundo
marcaba la hora exacta de la estación del amor.
En Roma perderemos la noción del tiempo
en una taberna ubicada en la ribera oeste del Tíber,
donde el vino nos dará resaca de felicidad
y donde yo por fin descubriré la eternidad de un momento.
Seremos huéspedes de los hoteles románticos
y de los instantes mágicos ,
treparemos la locura de los sueños,
haremos de nuestra cama el Edén
de nuestros deseos.
Destierro de ropas,
hambre por el suelo...
Repatriación de suspiros muy lejos del cuello.
Amaneceres de invierno frenando en seco todos los Eneros.
En una casa donde somos y sucedemos
y sucede el atardecer sobre el Mediterráneo ,
y donde unos labios
y unas manos rubrican
la certeza de suceder más allá de los tiempos.
Un infinito presente,
supeditado siempre al principio,
al orígen de dos corazones temblando al sol.
Algún día escribiré un poema al amor de mi vida,
y no serás tú.