Herido de nubes el horizonte.
                                    Tres pájaros parecen llegar a la luna.
                                     Dentro de nada concluye este día
                                      en que te esperé.








      Llega la noche con una tormenta de recuerdos de la cual no sé dónde guarecerme. Dormir es una vana ilusión.
 El principio del fin es esta ausencia tuya tan estática que llena la estancia aunque estés aquí, y me miras sin advertir que yo tampoco estoy.

Y se va el tiempo... sin que ninguna puerta lo detenga, y se precipita entonces el corazón a ese pozo de añoranzas y emprende la tarea de retornar las tardes en que la alegría principiaba en su risa. Y las horas se desgranaban en minutos felices.
Y se va el tiempo... Y nos queda narcotizar el presente con la ilusión de que es posible un nuevo encuentro que va a resarcir este abandono.
 Ella escribió un nombre en la arena.
 Las mismas nuestras lágrimas y el mismo el modo de verterlas.